Cantan los viejos, los jóvenes y las mujeres.
"Para ser de la blanca hay que sentirlo. Para ser de la blanca hay que quererlo, para ser de la blanca hay que alentarlo. ¡Vamos, vamos tricolores. Vamos. Vamos tricoloor!". La invitación nace, como siempre, desde el corazón de la hinchada, ahora instalada sentimentalmente, y para siempre, en la Tribuna Colombes. Y se van sumando más y más voces.
Se levantan allá los que están poblando la tribuna Olímpica. Se sacan los buzos y los agitan al mismo tiempo que sus gargantas enfurecidas impulsan un aliento voraz.
Los copian los de la América. No hay distinción de sexos. Ni de edades. Se ponen todos de pie. A la letra se la saben todos. Son más bullangueros que sus parientes de la Colombes. Y el estadio, entonces, parece amplificar el sonido por mil. El coro va aumentando su potencia con el avance de las agujas del reloj.
Al ritmo de las trompetas y los bombos todos bailan. Todos saltan. Todos, pero todos de verdad, cantan.
Entonces, el "¡vamos, vamos tricolores, vamos!" recorre el máximo escenario deportivo como antes supo hacerlo la ola que inventaron los mexicanos en el Mundial de 1986.
Va de un lado al otro y vuelve. Retoma el impulso. Abajo los jugadores responden a ese desborde de pasión. Es como si las banderas los empujaran un poquito más. Como si el aliento ayudara a correr más rápido, a dar mejor el pase.
Es un entusiasmo. Único. Con una identificación por la causa que sorprende. Ya no se trata de aquellos locos o de los barra bravas. Ahora están todos en la misma sintonía. Los que viven en la Blanqueada y los residen en Carrasco. Los que llegaron de Salto y los que son de Montevideo.
Están todos locos. Si hasta en la Tribuna América alguno se anima a colgarse de un muro como si fuera un rabioso fanático de esos que cuelgan los trapos en la popular.
Es una fiesta increíble. Se acuerdan todos del enemigo de siempre. Lo gozan. Y saltan para demostrar su rechazo al amarillo y negro desde una punta a la otra del Centenario, porque al final hasta habilitaron la Amsterdam.
Nadie se quiere ir. Las banderas se agitan más fuerte. Y las canciones siguen sonando por todos lados. Claro, ahora el hit más entonado es el "Dale campeón". Cantan todos. El coro es bien grande.
Ovación digital
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