
El técnico Pelusso no quiso analizar el partido y Coates no encontraba consuelo
SILVIA PÉREZ
El emotivo aplauso con que los hinchas tricolores despidieron a su equipo, no fue suficiente para consolar a los jugadores. La mayoría de ellos entró al vestuario con lágrimas en los ojos. "OJ" recorrió el corredor enjugándoselas. Alvaro Fernández y el "Morro" García, demasiado dolidos, no se preocuparon en disimular su llanto.
Nicolás Lodeiro se tapaba la cara con la camiseta y hasta el "Hueso" Romero lloraba.
Pero lo peor fue cuando apareció Sebastián Coates. El pobre muchacho no tenía consuelo. Nada de lo que sus compañeros, que se turnaban para abrazarlo, pudieran decirle en ese momento, le servía. Se sentía responsable por el error que posibilitó el primer gol de Estudiantes y no había manera de consolarlo.
"¡Esto es Nacionaaal eeehhh, vamo arriba!"; la voz del hincha retumbó en medio del silencio y el dolor.
"No voy a entrar en ningún análisis del partido. Pido disculpas, pero no voy a entrar en ningún detalle. No voy a decir nada que pueda rozar a alguno de mis jugadores. No lo voy a hacer bajo ningún punto de vista", decía un rato después en conferencia de prensa Gerardo Pelusso. "Estoy orgulloso de ellos, que le han dado mucho a la causa y que han puesto a Nacional en un sitial tan importante en América. Tanto ellos, como la gente que volvió a llenar el Estadio demostraron que Nacional es un grande de América".
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