Se sintió más dirigente que jugador de Nacional y quiere volver; "si no, largo"
JORGE SAVIA
En "La fiaca" del Geant es locatario. Lo saludan los mozos. Los botijas le vienen a pedir autógrafos o para sacarse un foto con él a cada rato. La gente mayor pasa y lo mira de costado. Si no fuera por el gran árbol de Navidad que domina el centro del restaurante, todo está casi igual que aquella noche de julio del año pasado, cuando vino desde su casa en Solymar como si fuera un agente secreto, dos semanas después de haberle tirado la camiseta de Nacional a la hinchada de Peñarol al irse expulsado en el clásico de la Liguilla y pasó lo que suelen decir las crónicas policiales: desapareció de los lugares que frecuentaba.
EXPLOSIÓN."Yo le erré aquella vez cuando volví de España. Ahora está lindo (Nacional); pero en aquel entonces todavía estaba jodido. Y… bueno, son formas de ser. Me metí una mochila encima que me pesaba. El entorno me mató, porque faltaban muchas cosas y yo quería ayudar, darle una mano a uno, a otro, decía vamos a hacer esto, vamos a hacer aquello… hasta que llegó un momento que en vez de ser jugador, era dirigente; y eso te pasa factura, te hace explotar, que fue lo que me pasó en aquel maldito momento que tiré la camiseta en el clásico".
HERNIA. Está casi todo igual. Empezando por el propio "Chengue" Morales, que físicamente luce ceñido como si estuviera jugando. Ni siquiera se le ven redondeces en la cara: "Estoy en casa, entreno en la cinta, corro un poco por la playa, porque no quiero ir a molestar a nadie. Por suerte, la lesión en la espalda, que fue lo que me hizo dejar Fénix, ha mejorado. Los doctores me dijeron que era una hernia de disco, que tenía que hacer un trabajo especial todas las semanas, y por eso opté por retirarme. Yo quería estar con el grupo, no me merecía estar entrenando aparte".
POZO. Llega, saluda, habla y, entonces, enseguida salta a la vista que los amores del "Chengue", están intactos: el tema pasa por Stefany, la hija; Mary, la mujer; y el "Largo", como la propia familia llama al padre; y…Nacional, claro. "Hoy en día, si hay un lugar donde quiero jugar, o donde quiero estar, es Nacional. Entre otras cosas por darle una alegría a mi viejo y a mi hija, que son fanáticos. Además, me gustaría terminar mi carrera, los últimos seis meses, en Nacional, poder hacerle sentir a la hinchada mi agradecimiento por todo lo que me ha dado. Es un anhelo, pero… ojo, tampoco me voy a matar o tirar a un pozo; igual voy a seguir siendo tan hincha como hasta ahora si no se me hace".
El "Chengue" siempre fue así. Directo. Llano. Entonces, nunca dejó de sentir que Nacional es su casa, sobre todo ahora, que volvieron Lembo, Varela, Regueiro; parte de su familia futbolística, al fin y al cabo: "Voy a los partidos, al vestuario, y parece que soy uno más del grupo; y eso me hace sentir muy bien. Es lindo ir y que los (jugadores) más pibes vengan a saludarme. En una situación como en la que estoy yo, que no sé lo que voy a hacer, si se cierra el período de pases y digo `no juego más`, eso es algo muy importante".
De tan espontáneo, casi no hay que preguntarle nada; sólo dejar que hable y saque lo que le viene del alma: "No me ha llamado nadie, es un deseo mío, pero no quiero meter una presión, ni al técnico, ni al presidente, ni a los otros directivos… es una decisión mía; si se da lo de volver y estar los últimos seis meses, encantado. Si no, largo".
Por último, junto con la despedida viene la consideración del referente de experiencia, que jugó en un grande de Brasil, como Gremio, y estuvo en la Liga Deportiva Universitaria de Quito, que fue campeón de la Libertadores el año pasado: "Nacional tiene todo para ser campeón de América. Liga de Quito no es lo que todo el mundo piensa; hace las cosas bien, como las está haciendo Nacional ahora. Nada más. Nacional hoy se atrasará 10 días, como mucho, el jugador sabe la fecha de pagos, tiene los premios organizados y eso es importante. En esos otros países de América, el jugador a lo único que se dedica es a jugar y acá hasta hace dos o tres años, Nacional y Peñarol estaban tres o cuatro meses atrasados y los jugadores tenían que andar `mangando` por todos lados. En eso, Nacional ha cambiado. No es por pasarle la mano, pero lo que ha hecho el hombre (Alarcón)… le pagó a gente que le debían desde hace 40 años, y sin papeles, sin nada. La gente venía y le decía: `Mire, presidente, a mí Nacional me debe esto desde hace tanto`, y yo lo vi, no me lo contaron. El hombre ha pagado. Con los empleados, pagó licencia, aguinaldo… eso en el club nunca había pasado".
Locatario en "La fiaca" del Geant, popular, sin redondeces en la cara, está igual que hace poco más de un año. Sólo le falta volver a ser el "Chengue" de Nacional. Jugador, no dirigente; y para eso pide el cambio.
"No soy mala leche, ni hago daño"
El "Chengue" hizo una advertencia: "Yo no quiero volver para pasear, quiero pelear un lugar, o ser uno más en el grupo, juegue o no juegue, tenga la posibilidad de participar o no. Yo no soy mala leche y jamás voy a serruchar ni hacerle daño a nadie. Si se da, voy a sumar en lo que sea. Si hay que alcanzar una pelota afuera de la cancha porque vamos perdiendo, voy a estar para dar una mano".
De sus dos pasajes por Nacional recordó que "yo tuve la suerte de salir tres veces campeón uruguayo y la alegría más grande es esa: salir campeón; aunque cuando uno sale campeón, festeja domingo y lunes, y se acaba; en cambio, si se gana un clásico,las bromas en la familia, con el vecino, en la calle, duran más tiempo, es algo que se vive durante una semana".
13 - de julio de 2008, fue cuando jugó por última vez en Nacional.
Ovación digital

JORGE SAVIA
En "La fiaca" del Geant es locatario. Lo saludan los mozos. Los botijas le vienen a pedir autógrafos o para sacarse un foto con él a cada rato. La gente mayor pasa y lo mira de costado. Si no fuera por el gran árbol de Navidad que domina el centro del restaurante, todo está casi igual que aquella noche de julio del año pasado, cuando vino desde su casa en Solymar como si fuera un agente secreto, dos semanas después de haberle tirado la camiseta de Nacional a la hinchada de Peñarol al irse expulsado en el clásico de la Liguilla y pasó lo que suelen decir las crónicas policiales: desapareció de los lugares que frecuentaba.
EXPLOSIÓN."Yo le erré aquella vez cuando volví de España. Ahora está lindo (Nacional); pero en aquel entonces todavía estaba jodido. Y… bueno, son formas de ser. Me metí una mochila encima que me pesaba. El entorno me mató, porque faltaban muchas cosas y yo quería ayudar, darle una mano a uno, a otro, decía vamos a hacer esto, vamos a hacer aquello… hasta que llegó un momento que en vez de ser jugador, era dirigente; y eso te pasa factura, te hace explotar, que fue lo que me pasó en aquel maldito momento que tiré la camiseta en el clásico".
HERNIA. Está casi todo igual. Empezando por el propio "Chengue" Morales, que físicamente luce ceñido como si estuviera jugando. Ni siquiera se le ven redondeces en la cara: "Estoy en casa, entreno en la cinta, corro un poco por la playa, porque no quiero ir a molestar a nadie. Por suerte, la lesión en la espalda, que fue lo que me hizo dejar Fénix, ha mejorado. Los doctores me dijeron que era una hernia de disco, que tenía que hacer un trabajo especial todas las semanas, y por eso opté por retirarme. Yo quería estar con el grupo, no me merecía estar entrenando aparte".
POZO. Llega, saluda, habla y, entonces, enseguida salta a la vista que los amores del "Chengue", están intactos: el tema pasa por Stefany, la hija; Mary, la mujer; y el "Largo", como la propia familia llama al padre; y…Nacional, claro. "Hoy en día, si hay un lugar donde quiero jugar, o donde quiero estar, es Nacional. Entre otras cosas por darle una alegría a mi viejo y a mi hija, que son fanáticos. Además, me gustaría terminar mi carrera, los últimos seis meses, en Nacional, poder hacerle sentir a la hinchada mi agradecimiento por todo lo que me ha dado. Es un anhelo, pero… ojo, tampoco me voy a matar o tirar a un pozo; igual voy a seguir siendo tan hincha como hasta ahora si no se me hace".
El "Chengue" siempre fue así. Directo. Llano. Entonces, nunca dejó de sentir que Nacional es su casa, sobre todo ahora, que volvieron Lembo, Varela, Regueiro; parte de su familia futbolística, al fin y al cabo: "Voy a los partidos, al vestuario, y parece que soy uno más del grupo; y eso me hace sentir muy bien. Es lindo ir y que los (jugadores) más pibes vengan a saludarme. En una situación como en la que estoy yo, que no sé lo que voy a hacer, si se cierra el período de pases y digo `no juego más`, eso es algo muy importante".
De tan espontáneo, casi no hay que preguntarle nada; sólo dejar que hable y saque lo que le viene del alma: "No me ha llamado nadie, es un deseo mío, pero no quiero meter una presión, ni al técnico, ni al presidente, ni a los otros directivos… es una decisión mía; si se da lo de volver y estar los últimos seis meses, encantado. Si no, largo".
Por último, junto con la despedida viene la consideración del referente de experiencia, que jugó en un grande de Brasil, como Gremio, y estuvo en la Liga Deportiva Universitaria de Quito, que fue campeón de la Libertadores el año pasado: "Nacional tiene todo para ser campeón de América. Liga de Quito no es lo que todo el mundo piensa; hace las cosas bien, como las está haciendo Nacional ahora. Nada más. Nacional hoy se atrasará 10 días, como mucho, el jugador sabe la fecha de pagos, tiene los premios organizados y eso es importante. En esos otros países de América, el jugador a lo único que se dedica es a jugar y acá hasta hace dos o tres años, Nacional y Peñarol estaban tres o cuatro meses atrasados y los jugadores tenían que andar `mangando` por todos lados. En eso, Nacional ha cambiado. No es por pasarle la mano, pero lo que ha hecho el hombre (Alarcón)… le pagó a gente que le debían desde hace 40 años, y sin papeles, sin nada. La gente venía y le decía: `Mire, presidente, a mí Nacional me debe esto desde hace tanto`, y yo lo vi, no me lo contaron. El hombre ha pagado. Con los empleados, pagó licencia, aguinaldo… eso en el club nunca había pasado".
Locatario en "La fiaca" del Geant, popular, sin redondeces en la cara, está igual que hace poco más de un año. Sólo le falta volver a ser el "Chengue" de Nacional. Jugador, no dirigente; y para eso pide el cambio.
"No soy mala leche, ni hago daño"
El "Chengue" hizo una advertencia: "Yo no quiero volver para pasear, quiero pelear un lugar, o ser uno más en el grupo, juegue o no juegue, tenga la posibilidad de participar o no. Yo no soy mala leche y jamás voy a serruchar ni hacerle daño a nadie. Si se da, voy a sumar en lo que sea. Si hay que alcanzar una pelota afuera de la cancha porque vamos perdiendo, voy a estar para dar una mano".
De sus dos pasajes por Nacional recordó que "yo tuve la suerte de salir tres veces campeón uruguayo y la alegría más grande es esa: salir campeón; aunque cuando uno sale campeón, festeja domingo y lunes, y se acaba; en cambio, si se gana un clásico,las bromas en la familia, con el vecino, en la calle, duran más tiempo, es algo que se vive durante una semana".
13 - de julio de 2008, fue cuando jugó por última vez en Nacional.
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