
La negociación llegó a su fin y Estudiantes cortó por lo más grueso: las semifinales de la Libertadores se jugarán sin público visitante en las tribunas. Los argentinos pretendían más entradas y se negaron a recibir solo 4.000.
Ya pasó una vez en América. Fue en la Copa 2004, en la recordada semifinal entre Boca y River. En aquel entonces se debió en parte a las seguridad (se jugaba de noche y era peligroso), pero también por el conflicto sobre las entradas para visitantes (Boca se negaba a darle a River más de las reglamentarias).
Justamente, argumentando problemas de violencia esa medida se hizo popular en el ascenso argentino, enfermado por las batallas entre barras. Hoy la sufre Nacional. Luego de muchas idas, y pocas vueltas, se decidió que las semifinales con Estudiantes sean sin visitantes en las tribunas. Los argentinos argumentan que fueron "traicionados" por Nacional, que les prometió 12.000 entradas y terminó entregando "solo" 4.000. La realidad es que Estudiantes creyó ser locatario sin serlo y pensó que el poder de Grondona iba a inclinar la balanza. Su jugada terminó en gol en contra.
Presionado por el pope de la AFA, que lo llamó personalmente el lunes, Ricardo Alarcón aceptó darle a Estudiantes toda la tribuna Ámsterdam y las seguras 12.000 entradas que los argentinos comprarían. Por supuesto, al presidente de Nacional también lo seducían los 250 mil dólares que recibía como recaudación, sobre todo pensando en el futuro del Parque Central.
Pero Alarcón nunca imaginó la reacción urgente de los hinchas, que se sintieron demasiado doloridos con su decisión. En la reunión de directiva del lunes a la noche, con la mente más en frío, se dio cuenta que se había equivocado y eligió volver atrás. Cuando se enteraron, los dirigentes de Estudiantes pusieron el grito en el cielo, argumentando que sus pares uruguayos los habían engañado y ahora ofrecían menos entradas de las prometidas.
Enojados, eligieron pagar con la moneda más pesada: preferir nada a poco y entonces jugar sin visitantes. La medida resulta drástica, pero sobre todo torpe: 4.000 entradas es suficiente para cualquier equipo en cualquier instancia. Son las mismas entradas que Nacional le dio a Boca, River, Independiente y Racing cada vez que los recibió en el Centenario en los últimos años. Son las mismas que se dan los propios clubes argentinos en el torneo local. Son las entradas que Nacional ya había aceptado para ir a La Plata.
El problema es que Estudiantes creyó que era dueño de Montevideo en sus últimas dos visitas. Pero tomando en cuenta la gente, Nacional no es Defensor ni Danubio. Una popular entera no se entrega en ninguna parte del mundo salvo en situaciones muy particulares, y esta no era una de esas. Además, los argentinos aprovecharon su as de espadas y tiraron en la mesa a Julio Grondona, que incluso el martes llamó a Alarcón por segunda vez para que ponga reversa y vuelva a entregar 12.000 entradas.
Esta vez el presidente de Nacional no se intimidó. Obviamente tuvo su cuota de culpa por actuar demasiado rápido, cuando se dejó llevar por el olor a plata y no pensó en el sentimiento del hincha. Esa precipitación (impropia para un presidente) terminó encendiendo este fuego que quema a todos. Pero aceptó su error para defender los intereses de su club. Sabe que no tiene el apoyo político de la Conmebol, pero sabe que tiene el apoyo de su gente.
http://www.quenonino.com.uy







0 comentarios