
SILVIA PÉREZ/DANIEL ROSA
Nicolás Lodeiro terminó el clásico todo magullado: un chichón en el costado izquierdo de la frente, la marca de un zapato rival que comenzaba arriba de la rodilla derecha y terminaba a la altura de la pantorrilla y el tobillo izquierdo inflamado y con derrame.
La tan temida "cacería" al juvenil conductor de Nacional volvió a verse sobre el campo de juego. La consigna era bajarlo a como diera lugar y empezó muy temprano, a los 25 segundos, cuando Gonzalo De los Santos lo barrió desde atrás y lo dejó tendido a pocos metros del área.
Luego llegaron otras cuatro faltas violentas sobre el sanducero, una de las cuales ni siquiera fue sancionada por el árbitro Roberto Silvera por dar ley de ventaja, aunque cuando terminó la jugada y le mostró tarjeta amarilla a Omar Pérez.
Sin embargo, lo que más molestó a los tricolores y al propio jugador fue lo ocurrido en el final del encuentro, ya que denuncian que Darío Rodríguez le dio un pisotón que le provocó una marca muy visible en la pierna derecha. El motivo de la bronca lo explica el propio Lodeiro. "No sobré a nadie, mi juego es así. Lo que pasa es que no están acostumbrados a que uno juegue así, a que pise la pelota y entonces me pegan. Que me peguen adentro de la cancha me lo banco, por el equipo, pero que lo hagan afuera como pasó al final del partido cuando me fueron a buscar, no. Por suerte no pasó a mayores y la felicidad de ganar el clásico tapa todo", dijo Lodeiro refiriéndose a Darío Rodríguez, quien tras el pitazo final del juez fue a buscarlo.
"Al final del partido yo saludé a algunos jugadores de Peñarol y me iba a ir, porque a uno le ha tocado perder y sabe lo que es. No soy un jugador que busque pelea con nadie. Trato de evitar las peleas porque sé que mi juego molesta. Mi juego es así, fue siempre así y va a seguir siendo así. No lo voy a cambiar por más que a los demás les moleste", explicó con mucha seriedad el joven y talentoso futbolista
Afuera, felices, lo esperaban sus padres Alfonso e Isabel, que habían venido desde Paysandú para el clásico junto a su otro hijo. El joven, que es el preparador físico del equipo del Litoral, había faltado a sus tareas para viajar a la capital. Los tres se iban junto a "Nico" a Los Céspedes a tomar unos mates con él antes de emprender el regreso al pago. Es que el bar "Guichón", propiedad de los Lodeiro, debía abrir hoy otra vez sus puertas.
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