¿Equipo de los sueños? Equipo de las copas también. Nacional no se cansa de dar vueltas y ahora se adueño con luz del Apertura. Bancó ser favorito y cerró todo con gol del Tatá González ante Fénix. Arrancó tres puntos abajo y festejó a falta de una fecha. Tremendo.


Los Dream Team futboleros suelen escracharse contra la pared. Solo los genios de la NBA le han hecho honor y sentido a esa denominación. Es que es difícil cargar la mochila del campeón sin ni siquiera jugar el campeonato. Nacional lo hizo con soltura. Porque para ser un equipo de los sueños no se necesitan estrellas, sino ganadores.

Lembo, Varela, Guigou, Regueiro, todos aún guardaban el sabor de varias vueltas olímpicas. OJ Morales ya está mareado. Muñoz y Matías Rodríguez le van agarrando el gusto. Y Lodeiro, Coates y el Morro, símbolos de la cantera que avanza, vienen levantando las manos desde las juveniles. Con un plantel así, las cosas cambian. Porque la presión se banca y los divismos se solucionan.

Costó al principio. Salvo Cerro Largo y Defensor, Nacional anduvo mal: Tacuarembó, River, Racing y Liverpool, no fueron partidos buenos ni victorias contundentes. Había coraje pero poco orden. Todo se rompió con Wanderers, el punto más bajo de la campaña. Fue el partido más importante del Apertura, el que cacheteó a Nacional después de tanto mimo. "Nadie nos va a regalar nada", pensaron desde adentro.

Claro, ayudo la vuelta del mejor jugador del medio. Lodeiro llegó de Egipto como si no se hubiese ido nunca. Con su fútbol levantó Matute, levantó el equipo y levantó el hincha. Con él empezó una racha inteminable que todavía no terminó. Nacional arrolló a todos los rivales y mostró más categoría cuando más se lo pedía: Danubio y Peñarol se jugaban el semestre y sufrieron una paliza futbolística.

Así se llegó hasta Fénix, donde los nervios jugaron. El primer tiempo fue chivo y aunque Irazún tapó varias, Fénix se comió dos claritas ante una defensa demasiado jugada. Todo lo solucionó Tatá González, que con su derechazo resumió el carácter goleador del equipo de Acevedo: menos Muñoz, los goles los hacen todos.

El 1-0 valió el Apertura, ganado a falta de una fecha y con un handicap de tres puntos. Además lo hizo con fútbol, de ese que hacía rato no se veía en un grande. Por eso la gente disfrutó tanto, aunque en el Centenario no hubo tanta euforia. Los hinchas, pero sobre todo este grupo de jugadores, ya se van acostumbrando. Y saben que una copa lleva a la otra...