Los tricolores pintaron el estadio Centenario como nunca antes


RAÚL MERNIES

"¿Quién me quita lo bailado?". Seguramente esa sea la pregunta que más retumba en la cabeza de las más de 55.000 personas que ayer hicieron que el estadio Centenario luciera como nunca.

La manera en que la hinchada recibió al equipo quedará en la pupila de los 22 titulares. Porque los jugadores tricolores no olvidarán jamás lo que hizo la gente cuando ellos pisaron el lastimado césped de la cancha, pero los de Estudiantes tampoco. A más de uno le habrán temblado las piernas.

En cada tribuna había un color diferente de globos. El humo rojo, azul y blanco resaltó las cientos y cientos de bengalas intermitentes que poblaron hasta la tribuna Olímpica y en cada uno de los sectores del estadio había una fiesta, a tal punto que había tanto humo que el partido se demoró.

No hay duda de que el hombre que se robó los gritos más fuertes fue el juvenil Sebastián Coates.

Cuando el partido estaba complicado y Estudiantes atacaba, la tribuna se desarmó en aplausos y gritos ante los cierres del lungo rubio, que empujó al equipo hacia adelante. Pero esos mismos gritos se transformaron en insultos y reproches cuando el defensor regaló la pelota para el primer gol de la visita.

Coates fue el responsable de los momentos más coloridos de la tribuna, por elogios o críticas.

Muchos podrán decir que tanta fiesta fue en vano, porque Nacional y su estadio repleto se fueron con las manos vacías.

Pero hay una cosa que es real. Aunque Nacional quedó eliminado de la Copa, ¿quién le quita lo bailado a esta hinchada?


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