Pintaba para fiesta y terminó en un homenaje al hincha y al fútbol uruguayo, que con emprendimientos como el que desarrolla Nacional en su estadio promueve un cambio profundo para modificar una deformación cultural. Porque traspasar anoche la puerta de ingreso al Parque Central fue como un viaje al futuro, lejos de la escenografía que rodea al fútbol uruguayo de todos los días.

De pronto no había Policía ni violencia en las puertas de ingreso. La seguridad privada de los albos garantizaba el orden y todo transcurría con calma.

En las tribunas –que aumentaron su capacidad porque inauguraron ayer parte de las obras que realizan en uno de los taludes– no había espacio libre, y cada centímetro de cemento se llenaba con hinchas que alentaron toda la noche a un equipo que comienza a tomar forma.

Y el campo con nivel europeo, casi como un billar, aportó lo que el espectáculo necesitaba para que el entorno que montó Nacional le diera un marco diferente al de todos los días.

La frutilla la pusieron en la cancha cuando en los descuentos llegó ese espaldarazo que los tricolores necesitaban para hacer completa la celebración en el estreno de la Copa Santander Libertadores.

Mejor no pudo ser la presentación de los albos, porque, además del entorno, en la cancha mostraron actitud, rebeldía y con la fortaleza de los juveniles (García, Lodeiro –el autor del gol del triunfo–, Galain y Rodríguez) permiten concluir que el futuro de los albos está encaminado.

En todos los aspectos, porque en la cancha llegan los triunfos y en las oficinas los ofrecimientos. Un grupo empresarial argentino planteó pagar US$ 2.000.000 por el 25% de las fichas de Lodeiro, García, Facundo Píriz y Maximiliano Calzada.

“Esto lo tiene que disfrutar plenamente la gente de Nacional, porque en las juveniles está cosechando la tranquilidad para el futuro. Esto es mérito de los que trabajan en silencio, los técnicos de juveniles que nos ponen los jugadores listos para utilizarlos con un profesionalismo que da gusto”, dijo Gerardo Pelusso.

En el fútbol uruguayo también se puede hacer todo bien. Nacional es un buen ejemplo.

Destacó la actitud

Gerardo Pelusso no escatimó en elogios para sus jugadores. “El equipo me dejó conforme por todo lo que rindió, y me gustaron las ganas que pusieron para buscar el triunfo y la actitud que tuvieron para presionar y estar encima de ellos. El marcador del primer tiempo fue injusto, porque los rivales llegaron dos veces y convirtieron un gol, en tanto nosotros contabilizamos seis situaciones de gol, algunas muy claras que no concretamos, y solo convertimos uno”, expresó el entrenador albo.

Para el conductor de los tricolores la victoria sobre Universidad de San Martín adquirió un valor superlativo. “Un triunfo de estos vale muchísimo porque en un campeonato de seis fechas ganar el primer partido es muy importante”, enfatizó.

Sobre el rival, dijo: “Es un equipo compacto, coherente y equilibrado. Esta vez los metimos en su área, pero ese no es San Martín; lo que pasó fue que nosotros presionamos mucho y lo sintieron. Además tienen un gran arquero como Butrón”.

Pelusso destacó la buena química que existió entre Nicolás Lodeiro y el argentino Marcos Mondaini. “Hay conexiones que se dan automáticamente, que salen naturalmente como la de Lodeiro y Mondaini, que se entraron a buscar entre ellos”, manifestó.

Acerca del partido del domingo –a la hora 19 en el Estadio Centenario– ante Danubio, que definirá el título del Apertura, señaló: “Se juega el año porque al que le toque ganar, que esperemos sea Nacional, se asegura por lo menos la final del campeonato. Ahora no es tiempo de lamentos, ahora hay que preparar el mejor equipo y tratar de ganar”.

Los albos volverán a jugar por la Copa el miércoles en Asunción frente a Nacional guaraní.

Vuelve Varelita

Gustavo Varela no concretó su vinculación al fútbol griego y retornó a Montevideo porque quiere jugar en Nacional. En los próximos días se someterá a una intervención de ligamentos cruzados en la rodilla izquierda. Tendrá cuatro meses de recuperación. En el segundo semestre lucirá la blusa alba.




El Observador