Lo que no se compra...

Posted by Publicadas por NINO




El sostenido aliento de 40.000 almas, sumado a la grandeza de una camiseta indisolublemente ligada a las finales y a la gloria, fue suficiente para que Nacional arrollara a Danubio de atrás y con 10

Los pañuelos blancos se agitan. Faltan 16 minutos pero es claro que el campeonato ya está en casa. Porque fue de atrás perdiendo 1-0. Porque lo dio vuelta con 10 jugadores. Porque es Nacional. Y porque la camiseta y la hinchada tricolor pesan en historia, gloria y títulos.

Las 40.000 almas que empujaron al equipo, fueron factor decisivo para llevar la copa del Apertura a la sede de 8 de Octubre.

Para contagiar a un equipo que arrancó neutralizado y aletargado, y para sobrecargar los hombros de un juvenil elenco rival que no pudo sostenerse contra 10 rivales. Porque no eran 10. Eran 40.010.

¿Pánico escénico danubiano? No. Esa historia quedó enterrada en Jardines del Hipódromo con un taquito de Diego Perrone en 2004. Y fue reafirmada a fines de 2006 a Estadio lleno –contra Peñarol– de atrás y con baile incluido. La camiseta danubiana ya probó su valía en instancias cruciales. Pero la tricolor sabe mucho más de batallas decisivas y títulos históricos.

La estrategia de la hinchada tricolor dispuso dos focos de aliento. La barra se ubicó en la Colombes con flamantes tirantes y su habitual colorido.

Pero en la Ámsterdam se formó otro foco de aliento y empuje.

Mientras los primeros sostuvieron un cancionero perdurable a lo largo de todo el encuentro, los segundos fueron los encargados de contagiar a todo el Estadio para que la hinchada rival no dejara de ser más que un murmullo y para que el equipo no se olvidara ni un solo instante de que estaban jugando una final. Con Nacional.

Sin embargo a los 36´ el silencio blanco se hizo jolgorio danubiano. Burián falló ante un cabezazo de Sergio Rodríguez y los 5.000 hinchas del club de La Curva explotaron con la alegría del gol.

La ilusión de una nueva hazaña del club de barrio ante una enorme institución deportiva, y el sueño acunado por botijas de la cantera contra experimentados valores con fogueo internacional, cobraba forma.

Los inaudibles hits “Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es Nacional”, “Ya van a ver a Danubio campeón otra vez” y “Olé, olé, olé, olá, si sos del bolso p... te querés matar”, rugieron con humilde súbito en el desolador silencio tricolor.

Pero fueron solo cinco minutos. Que no le alcanzaron a Danubio para agigantar a sus jugadores y que no llegó a consumir el espíritu de rebeldía tricolor.

Bastó un “Vamo´ bolso vamos, ponga huevo que ganamos”, surgido desde la Ámsterdam para que el tricolor restableciera su reinado en las tribunas.

Después no importó que Adrián Romero viera la roja –otra vez en un choque decisivo, como contra Táchira en la Libertadores 2004 o como en el clásico del Clausura 2008– porque había que darlo vuelta. A como diera lugar. Sin el juego atildado que es mandato de la historia. De pelota quieta como un vendaval que empujó la tibia resitencia de un rival que olvidó lo que los tricolores siempre tuvieron claro: que era una final.

Así el Morro García sentenció el partido y le puso final a una película cuyo guión fue escrito por la propia hinchada de Nacional.



El difícil camino del Apertura


La carrera del Apertura fue prácticamente un mano a mano entre Nacional y Danubio, equipos que se alternaron en la punta hasta la 13ª fecha y llegaron juntos al final del torneo. Ambos ganaron en la primera jornada y junto a Tacuarembó arrancaron liderando. Peñarol también obtuvo una victoria en su primera presentación, pero tenía un quita de tres puntos.

En la segunda jornada el tricolor cayó en la tabla ya que no pudo disputar el partido frente a Villa Española. El árbitro Líber Prudente suspendió el encuentro porque el equipo de Nacional entró tarde a la cancha.

El conjunto dirigido por Gerardo Pelusso recuperó la primera posición en la quinta fecha: le ganó 3-2 a Cerro Largo con un gol a poco del final del argentino Matute Morales y Danubio perdió, también 3-2, contra Tacuarembó en el estadio Goyenola. Albos y franjeados quedaron compartiendo el liderazgo con 12 unidades cada uno.

Roberto Brum, con un zapatazo desde afuera del área, marcó el gol para que Nacional venciera a Wanderers en la séptima fecha y esa victoria sirvió para quedar con la exclusividad de la punta del Apertura, ya que ese mismo fin de semana Danubio cayó 1-0 ante Rampla Juniors en el Olímpico.

Nacional le sacó un punto de ventaja a Danubio y así terminaron en la décima, fecha anterior al cotejo entre ambos equipos. El domingo 16 de noviembre se enfrentaron en Jardines del Hipódromo y con un gol de Jorge García a los 50 minutos, el franjeado ganó 1-0 y se quedó con la primera posición en la 11ª fecha. Pero al término de este partido ingresaron a la cancha parciales de los dos clubes y se produjo una batalla campal. Al día siguiente la AUF suspendió el campeonato mientras adoptaban medidas de seguridad junto al Ministerio del Interior.

La pelota volvió a rodar el miércoles 3 de diciembre con el encuentro entre Nacional y Villa Española. Aquel juego suspendido en la segunda fecha, se disputó después de tres meses en que el caso se paseó por todos los tribunales de la Asociación. Finalmente Apelaciones le pasó el caso a la Mesa Ejecutiva, para que fijara el encuentro. El tricolor ganó 2-0, con goles de Blanco y Santiago García, y de esa forma se quedó otra vez con la punta del torneo.

Pero en la fecha siguiente Nacional rescató agónicamente un empate 3-3 con Cerro y volvió al segundo lugar porque Danubio venció 2-0 a Bella Vista en el Nasazzi.

El torneo se puso cuesta arriba, sin embargo, en la 13ª consiguió un triunfo que valió doble. Le ganó 1-0 a Peñarol –gol de Blanco, de penal–, su rival de todas las horas y ascendió a la cima tras el empate 2-2 de Danubio frente a Liverpool en Belvedere. En el clásico fue decisivo el Morro García sin tocar la pelota en los seis minutos que estuvo en el campo: a él le cometieron el penal y en el festejo lo expulsaron.

En la 14ª Nacional perdió frente a River y Danubio empató 2-2 con Central, por tanto quedaron otra vez igualados. La última fecha se disputó dos meses más tarde debido a una nueva suspensión. Ambos ganaron y alcanzaron la final que ayer consiguió Nacional.

No jugaron.

Mauricio Victorino, Ángel Morales y Alexander Medina no pudieron jugar contra Villa Española porque cuando el partido fue suspendido (en la segunda fecha) carecían del consentimiento y por lo tanto no estaban habilitados.

Parque Central.

El tricolor disputó solo dos partidos en su estadio, ya que después de los incidentes que se registraron tras la suspensión del partido con Villa Española, el Parque fue suspendido por cinco fechas y tuvo que jugar de local en el Centenario y el Charrúa.

Cifras

4
Expulsados

El primero fue Diego Arismendi, contra Defensor Sporting; luego Adrián Romero, frente a Danubio, Santiago García en el clásico y Adrián Romero ayer.


3
Con cinco amarillas


Pablo Melo no pudo actuar contra Rampla, Roberto Brum ante Peñarol y Arismendi frente a River Plate.

Lesiones
1 Cazulo. Se lesionó el posterior izquierdo.

2 Caballero. Sufrió un esguince de rodilla antes de la cuarta fecha.

3 Viera. Esguince de clavícula en la sexta fecha y durante la suspensión del torneo se lesionó en una pantorrilla.

4 A. Morales. En la séptima iba a ser titular, pero sufrió una recaída de la lesión en la espalda.

5 Victorino y Filgueira. Luxación de codo y tirón muscular antes de la última fecha.

Altas y bajas.

Para el Apertura llegaron siete jugadores: Matías Rodríguez, Ángel Morales, Kendall Waston, Jorge Cazulo, Alexander Medina, Luis Oyarbide y Martín Cauteruccio (los dos últimos regresaron de sus préstamos en Central). Para jugar la última fecha, que se disputó casi dos meses después de la penúltima, Nacional pudo utilizar a Álvaro Fernández, incorporado en ese período, junto a otros cuatro futbolistas. Se fueron nueve: Fornaroli, Bertolo, Barone, Cardacio, Perrone, Da Rosa, A. Rodríguez, Ferreira y J.P.Pereyra. Melo, Ligüera, Viera, Óscar Castro y Vera se fueron antes de la última fecha.


El otro da pena

A lo largo de la historia, Nacional y Peñarol alimentaron el fútbol uruguayo. Mientras uno saboreó las mieles del éxito, el otro se revolcó en sus peores penas. Con mayores o menores niveles de éxitos y fracasos fue la tónica que marcó la centenaria Asociación Uruguaya de Fútbol. En la actualidad no difiere mucho. La foto del fútbol de este año es la expresión de lo que sucedió tradicionalmente: el que está de parabienes es Nacional, el que sufre es Peñarol.

Nacional se muestra orgulloso con un Parque Central que le da un personalidad tremenda y le transmite un espíritu único, porque está hecho a la medida del fútbol actual: 20.000 personas. Esa es la capacidad que necesitan los equipos grandes para los partidos con equipos chicos o partidos por la Copa en la que no enfrenten a los taquilleros de Argentina y Brasil.

El mismo día que Nacional se agenció el primer triunfo en la actual Libertadores en un Parque pletórico por la conquista y su entorno, Peñarol, que quedó fuera de la Copa en la primera de cambios y que no gana el Uruguayo desde 2003, analizaba si compraba un pequeño porcentaje de la ficha de un delantero de Tacurembó por el que, finalmente, su representante pagará seis cuotas de US$ 2.000 para que se pueda cerrar el negocio. Estamos hablando de US$ 2.000 en una actividad que mueve millones.

Esa es la diferencia entre Nacional y Peñarol. Uno llena el Parque Central, al tiempo que a través de la Cultura Nacional formó su propia personalidad y construye con algunos triunfos su presente. El otro da pena ya no solo por los resultados.

Ud. no es creíble Ríos


El presidente de Nacional, Ricardo Alarcón, fue como invitado al programa de ayer de Punto Penal junto a su colega danubiano, Arturo Del Campo. En determinado momento, el periodista Julio Ríos habló de las amenazas sufridas por Pablo Martínez por parte de determinados hinchas para que no concurriera a ver Nacional-Central el fin de semana anterior. Alarcón dijo que prefería no hablar de este tema, y mostró un mensaje de texto en el que el secretario albo, Fernando Nin, explicaba que había hablado con Ríos y desmentido lo de Martínez. Más allá de que el implicado admitió a diversos medios –incluyendo El Observador–, que la amenaza existió, en determinado momento Alarcón explotó y con su voz suave y pausada le dijo a Ríos: “¿Sabe lo que pasa Ríos? Para mí usted no es un periodista creíble”. Ríos le contestó y Alarcón, le volvió a reiterar lo mismo y agregó: “Usted no me va a avasallar con una catarata de palabras como hace siempre”. El silencio invadió la mesa del programa...

EL OBSERVADOR

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